Genara (1.902 - 1.992) y Clara (1.910 – 1.998)   

Pescateras   Genara y Clara Gabantxo Bilbao nacieron en Bermeo en los años 1902 y 1910, respectivamente. El padre, Juan Blas,  era  marino y la madre, Juana,  se ocupaba de las tareas domésticas y del cuidado de sus cinco hijos e hijas. Juana falleció, cuando Clara, su hija menor, tenía cinco años. El momento en el que se produjo este trágico suceso, Juan Blas se encontraba navegando pero le dio tiempo a llegar al entierro de su difunta mujer. Tras la muerte de Juana, Juan Blas nunca levantó cabeza e, incluso, dejó de navegar. Falleció poco tiempo después. 

Al quedarse huérfanas de madre y padre tan jóvenes, Genara y Clara fueron a vivir a casa de familiares: La mayor fue acogida por Bitxori, hermana de Juana, en su casa de Plentzia; y Clara se trasladó a vivir a un caserío de Bermeo con otra parte de la familia. 

Después de un tiempo, Genara recibió una carta de Clara en la cual ésta le explicaba que no se encontraba a gusto en el caserío de Bermeo y que deseaba vivir con ella. 

De esta forma, Clara se instaló en casa de la tía Bitxori. En aquel momento contaron también con la ayuda del entonces alcalde de la Villa, quien se hizo tutor de Clara. Las dos hermanas asistieron al colegio de monjas para niñas ubicado en Gaminiz (Plentzia).

Genara y Clara vivieron con su tía hasta que la hermana mayor se casó con Juanito Batxi y, entonces, Clara se fue a vivir con el joven matrimonio a su nueva casa de Plentzia. Después de unos años, también Clara contrajo matrimonio con Virgilio Fernández, natural de Ziérbena, y decidieron trasladarse a otra casa de la misma Villa. Genara y Juanito tuvieron dos hijos varones, falleciendo el mayor a la edad de quince años; por su parte,  Clara y Virgilio tendrían cuatro hijos varones.

Juanito y Virgilio eran pescadores. Cada día, al atardecer, echaban las redes y las recogían muy temprano por la mañana, cuando regresaban al puerto. Allí les esperaban Genara y Clara, preparadas para recoger el pescado y venderlo en Plentzia, tanto a las clientas que  habitualmente les hacían encargos como en la plaza. El género que vendían era primera calidad.  

Los días que sus maridos no podían salir a la mar a pescar por el estado de la mar, Clara  y Genara, acudían a comprar el género al mercado de Bilbao para posteriormente venderlo de la forma habitual, y también a domicilio en otros municipios no costeros como por ejemplo Urduliz. El trayecto lo hacían en tren, cogiendo el primero de la mañana.

En el caso de Clara, cabe destacar que, en los primeros años de la postguerra, Virgilio estuvo preso en la cárcel de Larrinaga de Bilbao; la Guardia Civil sospechaba de su actividad; y a decir verdad, lo que éste hacía era trasladar en su embarcación, al amparo de la noche, personas que deseaban pasar a Francia.

En esta situación, Clara, cada día, después de vender el pescado, hacía la comida, dejaba a sus hijos a cargo de la tía Bitxori y acudía a la cárcel para visitar a su marido y llevarle algo de comida. Sufrió además la privación del racionamiento destinado a sus hijos, el cual se quedaba para sí algún funcionario de la autoridad.

Genara y Clara se dedicaron a la venta de pescado hasta que cumplieron los sesenta y muchos años. Tras jubilarse comenzaron a disfrutar de una vida más relajada, así se les podía ver en el puerto de Plentzia, ataviadas hasta el final con su indumentaria de arrantzales. 

Cabe destacar también la figura de su tía Bitxori, pues siendo viuda y con dos hijas pequeñas, les acogió en su hogar, les educó y les enseño su propio oficio para que pudieran ganarse la vida. Genara y Clara se convirtieron en dos mujeres sensatas y discretas que, como otras tantas, y día a día, trabajaron dentro y fuera de casa para  sacar a delante a sus respectivas familias en una época de necesidad y escasez.