1.897 – 1.984
Vicenta Arteta Zabala nació el 22 de enero de 1897 en Urduliz. Vivía con su madre, su padre y sus ocho hermanos y hermanas en un humilde caserío de dicho municipio.
A la edad de 13-14 años, aproximadamente, su madre le llevó a la consulta del dentista en Algorta, ya que en aquel entonces no había dentistas en todos los pueblos. Tras sacarle una muela, el dentista les comentó que estaba buscando a una chica para que cuidase de su descendencia. Teniendo en cuenta que la familia de Vicenta era muy extensa y que disponían de escasos recursos económicos, Vicenta aceptó la oferta de trabajo. Estuvo unos años como empleada en la casa del dentista hasta que se trasladó a Plentzia para servir a la familia que vivía a lado del hotel El Palas.
A principios del siglo XX, el 29 de junio de 1919, fue fundado el Hospital de Gorliz. Para su construcción, se contrató a un grupo de hombres procedentes de Burgos entre los que se encontraba el futuro marido de Vicenta, Dionisio Manzanedo Gutierrez. Al de poco de conocerse, se casaron, se trasladaron a la calle Goiene y Vicenta dejó su trabajo en casa de la familia de Plentzia.
La pareja tuvo un hijo: Florencio; y dos hijas: Mercedes y Rosario. Era una familia humilde, por lo que tuvieron que trabajar muy duro para sacar a la familia adelante. Ambos desempeñaban varias profesiones. Dionisio era pregonero del ayuntamiento y zapatero remendón en un pequeño local que el matrimonio alquiló para que Dionisio pudiera desempeñar su oficio. Vicenta era partera y atendía a la mayor parte de las parturientas de Plentzia y de los municipios y barrios cercanos. Además, se encargaba de la huerta que tenían junto al cementerio, del trabajo doméstico y del cuidado de la descendencia.
Para aumentar sus ingresos, también fundaron una churrería que se encontraba donde actualmente está el supermercado Eroski. En ella trabajaban todos los domingos (único día de la semana que la abrían) vendiendo churros y cervezas.
En 1938, Rosario, la mayor de las hijas, murió a la temprana edad de 14 años a causa de la meningitis. Tras este fatídico hecho, a Vicenta le resultaba muy duro vivir en su casa puesto que cada rincón le recordaba su pérdida. Por ello, ese mismo año se trasladaron a una casa de tres pisos de la calle Barrenkale: la familia se instaló en el segundo piso y en el primero decidieron ubicar la zapatería para, así, ahorrarse la renta del local alquilado. Asimismo, todos los veranos, la familia se trasladaba al tercer piso, el ático, y alquilaban el segundo piso a personas que acudían a la Villa a disfrutar de los meses estivales.
En 1946, a los 49 años, Vicenta se quedó viuda. Ante esta situación, decidió compaginar sus trabajos como partera y como propietaria de la chucherría con el de cocinera, el de vendedora de anchoas y el de carnicera. Así, por un lado, comenzó a trabajar en la cocina del Batzoki que, en aquella época, se encontraba detrás del ayuntamiento, donde hoy está el frontón. Por otro lado, y junto con una amiga, esperaba en la ría a que llegaran los barcos para comprar anchoas hasta llenar un balde y, posteriormente, las vendía casa por casa. Y, por último, también le contrataron en la carnicería de los Madariaga donde ataba chorizos y morcillas.
En definitiva, Vicenta Arteta Zabala, aunque fundamentalmente es recordada y reconocida por su trabajo como partera, constituye un ejemplo de muchas mujeres de la Villa de Plentzia que han tenido que desempeñar diferentes profesiones a lo largo de su vida para sacar la familia adelante. Se le recuerda siempre con una sonrisa y una alegría y energía inagotable. Una mujer que siempre será recordada tanto por su labor como por su persona.