La Historia, la de la Academia, siempre ha tenido género. Ha sido escrita por hombres, para hablar de otros hombres y, además, desde una perspectiva masculina. En esta historia “del hombre” la presencia de la mujer quedó siempre en la penumbra, detrás de él, relegada (cuando no guardada o escondida) a lo privado.

De este modo, la Historia de la humanidad, ha sido, únicamente, la de media humanidad. Ha otorgado el protagonismo de la evolución exclusivamente al hombre, tanto en el sentido antropológico como en su acepción más sexista. En cada página escrita hallamos la omnipresencia del hombre como hacedor y propulsor de todo.
Mientras, las mujeres, presentes y protagonistas a lo largo de esos mismos siglos, han tenido que luchar para hacerse ver, para hacerse oír y para hacerse valer en esa Historia. También han sido capaces de impulsar otras historias, donde sí estaban presentes. Historias sin encuadernaciones y sin multicopistas que se han escuchado, aprendido y transmitido de generación en generación.

En la búsqueda de los nombres y de las historias de las mujeres que aparecen en este estudio, nos hemos encontrado con muchas personas que no ven la necesidad de narrar estas vidas porque eran, y son, mujeres que no hacían más que lo que debían hacer todas las mujeres. Con mujeres que después de contarnos sus hazañas y recorrido vital no han querido aparecer con nombre propio.
Leyendo las biografías seleccionadas podemos ver que estas mujeres, sobre todo, han trabajado y trabajan, y mucho, para “sacar a los suyos” adelante.
Sin embargo, no se ha considerado trabajo porque era “lo que tenían que hacer”.
Esta consideración de natural y complementario al otro trabajo, sí reconocido, de los hombres, ha ocultado el indudable valor del trabajo doméstico que todas ellas han realizado en sus casas, en sus pueblos, en el cumplimiento del papel asignado a las mujeres y claramente definido.

Gracias a la reciente perspectiva actual de los estudios de género, hoy sabemos del incuestionable valor económico y social del trabajo doméstico a lo largo de la historia, aunque haya sido invisibilizado y no reconocido como tal.
Es importante aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de género porque es un concepto relativamente reciente, pero introducido en distintos campos del saber.
Desde hace unos años las historiadoras feministas y estudiosas de otras ramas como la Antropología, han introducido la categoría de género, para referirse a la organización social de las relaciones entre los sexos, porque palabras como la libertad, los derechos, las clases sociales,…, en definitiva, la vida no es igual para hombres que para mujeres.


En 1.995 la organización de la Naciones Unidas (ONU) define el género como:

“Una herramienta de análisis de la realidad de todas las mujeres. El género es la forma en que todas las sociedades del mundo determinan las funciones, actitudes y relaciones que conciernen al hombre y a la mujer. Mientras que el sexo hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las diferencias sexuales, el género es una definición de las mujeres y de los hombres construida socialmente y con claras repercusiones políticas. El sexo de una persona es determinado por la naturaleza, son las características biológicas de las personas, pero su género lo elabora la sociedad”

Fuente: “Guía de formación para la participación social y política de las mujeres” de Luz Martín Ten y Rosa Escapa Garrachón, del Instituto de la Mujer. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. 2008


Gracias al constante esfuerzo por hacerse oír, las mujeres se han abierto camino en la Historia y han ayudado a visibilizar y poner en valor las otras historias. En este sentido, en los últimos años, se está realizando un doble esfuerzo: por un lado, ver qué mujeres con nombre propio han tenido una biografía resaltable, es decir, pueden ser identificadas; y, por otro, poner en valor y visibilizar cómo las mujeres anónimas, como colectivo, han sido históricamente un elemento dinamizador y, a menudo, vanguardista, que han tenido su cuota de participación en momentos decisivos y cruciales y que, además, han impulsado grandes avances ocultos y el cambio de las costumbres que limitaban las libertades de las mujeres. 

Avances que, si bien es cierto que aún hay mucho camino por recorrer, han posibilitado que mujeres y hombres del mundo occidental disfrutemos de los derechos humanos y nuestra civilización tal y como la conocemos
La consecución de los derechos de que disfrutan en la actualidad las mujeres se ha debido a los esfuerzos de muchas de ellas que a lo largo de los siglos han trabajado para conseguirlos. A lo largo de la historia han sido muchas las mujeres que se han intentado hacer un hueco en un mundo de hombres. Las costumbres con el paso de los años fueron cambiadas gracias a muchas de ellas (también gracias a algún hombre), para poco a poco irse acercando a la sociedad que conocemos a día de hoy, que, se ha ganado mucho terreno.

Por esto, desde las instituciones, en la actualidad, son múltiples las leyes e iniciativas a todos los niveles que instan a plantear nuevas formas de pensar y actuar para hacer posible la transformación y el cambio para el logro de una sociedad más igualitaria, donde las mujeres y los hombres puedan acceder a los ámbitos público y privado en igualdad y se reconozca la importancia de ambos trabajos.

En este sentido, este estudio trata de rescatar los saberes de las mujeres de la Villa con el fin de poder reconocer el trabajo que han realizado. También pretende visibilizar y destacar las tareas que han realizado y realizan las mujeres a lo largo de su vida.
Dado que es imposible nombrar a todas las mujeres del municipio y describir su recorrido vital una a una, en este estudio se recuerda y se nombra a un grupo de ellas, cuyas vidas son representativas de las de otras muchas mujeres y son recordadas y destacadas por sus vecinas y vecinos.