1.875 - 1.963
Camila Bilbao Atxarloza nació en Bilbao en el año 1875. Cuando era aún muy joven, se casó con Pedro Imaz, más conocido como Pedrín. Tuvieron dos hijos y dos hijas. Era una familia humilde, que tuvo que trabajar duramente debido a las circunstancias de la época en la que le tocó vivir.
Pedrín, entre otras profesiones, fue músico y, de vez en cuando, tocaba en la pérgola del Astillero de Plentzia para crear ambiente festivo en la Villa.
Camila era vendejera, esto es, vendía pescado en el mercado situado en la plaza de la iglesia de Plentzia. En ocasiones, se despertaba cuando apenas había amanecido y, cargando con su gran cesta de pescado, emprendía el viaje hacia Bilbao para venderlo allí.
Además de por vender vendejas en los mercados, Camila era muy conocida por realizar las matanzas de cerdos de gran parte de Plentzia. Principalmente, se le recuerda por ser muy limpia a la hora de desempeñar este trabajo, rasgo que le proporcionó una clientela numerosa.
Una de las anécdotas sobre Camila que se evocan en la Villa es la siguiente: en una ocasión, mientras Camila limpiaba la comida para un cerdo, su sobrino se le acercó y le preguntó cual era el motivo de limpiar esa comida teniendo en cuenta que, en unos pocos días, iba a matar al puerco. Ella respondió, con su habitual sencillez y sentido común, que su deber era cuidar bien a los animales ya que, en un futuro cercano, esos mismos animales se convertirían en su propio alimento.
Camila enviudó siendo joven y, por este motivo, tuvo que sacar adelante a la familia con su trabajo y esfuerzo y hacer frente a muchas desdichas. Y es que también tuvo que afrontar la pérdida de uno de sus hijos, que tuvo un accidente mientras arreglaba un tejado, y de una de sus hijas, quien murió a causa de su enfermedad, algún tipo de discapacidad mental.
Sin embargo, la época de dificultades terminó cuando su hijo encontró un trabajo en la Naviera, al poco de casarse. A partir de ese momento, el sueldo de Pedro se sumaba a los ingresos de Camila por su trabajo como vendejera y la familia pudo continuar su vida sin tantas preocupaciones.
A Camila Bilbao Atxarloza, una mujer euskaldun que vestía un delantal negro y llevaba el pelo recogido en un moño, siempre se le recordará como una mujer alegre, con una permanente sonrisa en la cara a pesar de las duras situaciones a las que tuvo que enfrentarse.